El papa Francisco, fallecido este lunes a los 88 años, eligió como lugar de descanso final la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, en lugar de la tradicional cripta vaticana donde reposan la mayoría de los pontífices. Esta decisión responde a su profunda devoción por la Virgen que allí se venera, bajo la advocación de Salus Populi Romani, considerada protectora del pueblo romano y símbolo de salud.
Desde el inicio de su pontificado, Francisco mantuvo un estrecho vínculo con esta imagen mariana, a quien confió su labor pastoral y a la que solía visitar antes y después de cada viaje internacional.
La basílica de Santa María la Mayor, una de las más antiguas de Roma, conserva su estructura paleocristiana original, aunque su arquitectura ha sido enriquecida con el paso del tiempo, destacando su actual fachada barroca del siglo XVIII. Este emblemático templo no solo es un lugar de culto, sino también un reflejo de la historia viva del cristianismo en la capital italiana.