El actual Gobernador Constitucional de Tabasco, Javier May, se defiende con hechos: su incansable capacidad de trabajo, sus principios firmes, sus ideales inquebrantables y su constante diálogo con el poderoso pueblo tabasqueño.
Javier May siempre ha sido así, un político de proximidad, cercano a la gente.
Desde su gestión como presidente municipal de Comalcalco, demostró con acciones su auténtica vocación de servicio y su profundo compromiso social. Fue un líder estricto en la administración pública, exigiendo resultados y realizando evaluaciones semanales del desempeño de su equipo de gobierno.
Como primera autoridad municipal, su contacto con la ciudadanía fue permanente. Conoció de primera mano sus esfuerzos, sus carencias y sus esperanzas. Su prioridad siempre han sido los más necesitados.
Fiel al pensamiento superior de Andrés Manuel López Obrador —”Por el bien de todos, primero los pobres”—, May ha seguido ese camino con determinación. Y como bien señala René Alberto López, la casta divina de Tabasco y sus aliados han reaccionado con desdén porque al poder ha llegado un hombre de origen humilde, un político nacido de las bases, del pueblo trabajador.
Esa élite no le perdona a Javier May su autenticidad ni su conexión con la gente. Hoy, los mismos que ayer callaban, buscan criticar su gobierno. Pero la realidad es clara: desean que fracase, aunque la historia les demostrará lo contrario.
Javier May no necesita defensores de ocasión ni grupos de interés que lo respalden. Se defiende solo, con su trabajo, con su perseverancia, con su presencia constante en cada rincón de Tabasco y con su visión estratégica para impulsar el desarrollo social y económico del estado.
Con el apoyo del pueblo y a pesar de los desafíos heredados de administraciones anteriores, estamos seguros de que logrará consolidar la paz, la seguridad y el bienestar para todos los tabasqueños.