Recientemente, un video que circula en redes sociales ha expuesto la preocupante situación del área de hemodiálisis del Hospital Juan Graham, en Tabasco. La grabación, compartida por el usuario @chekoalejandro_, presidente de la Asociación Civil Juguetab, ha revelado las precarias condiciones en las que los pacientes reciben este tratamiento vital. La descripción del video, “Asesinos en el Juan Graham”, ha llamado la atención sobre la falta de recursos y atención digna que enfrentan los enfermos, quienes lidian con una “doble lucha”: su enfermedad y la insuficiencia de un sistema de salud que debería proteger sus derechos.
En la grabación se puede observar la escasez de camillas y equipos médicos en el área de hemodiálisis, así como la carencia de medicamentos esenciales. La situación plantea una clara violación a los derechos fundamentales de los pacientes, quienes dependen de este tratamiento para sobrevivir.
“Es inaceptable que en pleno siglo XXI, los pacientes tengan que enfrentar estas circunstancias”, afirma Cheko Alejandro en su publicación, solicitando una revisión profunda de los protocolos establecidos y una respuesta inmediata por parte de las autoridades competentes.
La crítica es clara: el Estado tiene la obligación de garantizar que los hospitales cuenten con los recursos e infraestructura necesaria para atender a quienes dependen de tratamientos prolongados y complejos, como la hemodiálisis. Esta situación ha dejado a muchos pacientes sintiéndose atrapados en el hospital, sin la certeza de recibir la atención que necesitan.
El director general del Hospital Juan Graham, Carlos Madrigal Leyva, ha proporcionado un relato diferente al declarar que los servicios de hemodiálisis se están normalizando. “Nunca va a haber nada perfecto, pero el servicio se está dando bien”, afirmó el director, resaltando que hay un promedio de 60 pacientes que reciben atención en los dos turnos regulares (matutino y vespertino). Sin embargo, este número no incluye a los “cachaturnos”, que son pacientes que no tienen días específicos para recibir sus sesiones debido a la falta de máquinas.
La realidad de los “cachaturnos” es alarmante; se les asignan días tentativos a la espera de que haya disponibilidad para recibir su tratamiento. “A veces entran, a veces no”, admitió Madrigal Leyva. Esta falta de regularidad puede tener consecuencias devastadoras para la salud de los pacientes, que dependen del tratamiento constante para mantener su calidad de vida.