El sepelio del líder sindical Mario Machuca se convirtió en un acto político que evidenció el creciente peligro de encabezar luchas obreras en el Caribe Mexicano. En Cambio Diario te trae la información.
El cuerpo de Mario Machuca, dirigente de la CROC en Cancún y exdiputado federal, fue sepultado este martes tras su asesinato a balazos ocurrido la noche del lunes. Su funeral, al que asistieron tanto trabajadores como actores políticos, expuso la creciente tensión que rodea a los liderazgos sindicales en Quintana Roo.
Machuca no era un líder incuestionable. Durante años fue señalado por sus vínculos con grupos de poder local y por operar como figura de equilibrio entre empresarios, partidos y sindicatos. Sin embargo, su muerte representa una señal alarmante sobre la violencia que permea los espacios de representación obrera en la entidad.
“El crimen de Mario Machuca no puede leerse como un hecho aislado, sino como parte de una disputa más amplia por el control del sindicalismo en la zona hotelera”, advirtió un funcionario del Gobierno estatal que pidió anonimato. “La plaza está caliente, y todos lo saben”.
La dirigencia nacional de la CROC exigió garantías de seguridad para sus representantes en el estado, mientras que otros sindicatos independientes denunciaron una escalada de amenazas y hostigamiento en municipios turísticos clave como Benito Juárez y Solidaridad.
En el sepelio no faltaron las declaraciones oficiales. La gobernadora Mara Lezama señaló que el crimen “no quedará impune”, pero evitó hacer señalamientos directos. En contraste, líderes obreros acusaron pasividad institucional y protección a intereses empresariales que presionan por eliminar intermediarios incómodos.
Integrantes de la Confederación Patronal de la República Mexicana también se posicionaron al respecto y señalaron que “ninguna diferencia sea ideológica, política o laboral puede justificar el uso de la violencia como medio de resolución de conflictos”. Hicieron un llamado a las autoridades competentes para buscar justicia.
La iniciativa privada de Quintana Roo destacó que se trató de “un golpe directo a las estructuras de organización que sostienen el tejido laboral y productivo de nuestro estado”.
Javier Olvera, presidente del Consejo Coordinador Empresarial destacó la trayectoria del finado, como “un líder que promovió medidas de productividad, de acercamiento, de conciliación y de trabajo arduo en nuestro estrado”.
En redes sociales, seguidores y amigos agradecieron la dirigencia y la pérdida de lo que llamaron “un líder”. Al tiempo que algunos temieron que ahora se vean más vulnerados sus derechos laborales.
El asesinato ocurre en un contexto de reconfiguración sindical acelerada en el estado, con la entrada de nuevos actores laborales, disputas internas y presiones externas que han desdibujado la línea entre representación legítima y control político.