La presencia creciente de agua salada en Quintana Roo está generando una crisis ambiental y técnica sin precedentes. Hoteles, zonas urbanas y comunidades costeras enfrentan la intrusión marina que transforma los pozos de agua dulce en fuentes inutilizables, comprometiendo el suministro para el turismo y la población local.
Hoteles al límite por la intrusión marina
En el norte del estado, la salinización de los mantos freáticos ha obligado a los hoteles de la Riviera Maya y Cancún a invertir millones en plantas desalinizadoras. La mala calidad del agua municipal y su alto costo han llevado a cadenas como Club Med, Moon Palace, Hilton y Presidente InterContinental a procesar su propia agua mediante ósmosis inversa.
Cada día aumenta la presencia de agua salada en Quintana Roo, y lo que antes eran pozos de agua dulce ahora se vuelven inviables por la intromisión marina. Esta situación agrava los costos operativos, la corrosión de equipos y el desgaste de tuberías.
El acuífero maya, al borde del colapso
Expertos advierten que la sobreexplotación del manto freático acelera la salinización irreversible del acuífero costero. En zonas como Playa del Carmen, varios pozos ya producen agua con niveles de salinidad cercanos al agua de mar. Si esta tendencia continúa, para el año 2050 amplias franjas del litoral podrían quedar sin agua dulce accesible.
El hidrólogo Guillermo D’Christy alertó que cada litro de agua extraído del subsuelo será reemplazado por agua marina, creando un vacío que salinizará el sistema hídrico en toda la región norte.
Causas y consecuencias del desequilibrio hídrico
La intrusión salina se debe a tres factores principales: la sobreexplotación del acuífero, el aumento del nivel del mar y la falta de infraestructura para tratar aguas residuales. El crecimiento urbano descontrolado, los megaproyectos turísticos y la ausencia de regulación ambiental efectiva agravan el problema.
El incremento de agua salada en Quintana Roo no solo amenaza la disponibilidad del recurso, sino también los ecosistemas costeros. Los manglares, cenotes y humedales pierden equilibrio químico, afectando especies como el flamenco rosado y provocando daños irreversibles en la biodiversidad.
Urge frenar la sobreexplotación del acuífero
Científicos y ambientalistas coinciden en la necesidad de establecer límites al desarrollo turístico. Exigen proyectos que reciclen el agua, reduzcan el consumo y protejan la recarga natural del acuífero. Sin acciones inmediatas, la región podría enfrentar una crisis de abastecimiento que pondría en jaque su economía basada en el turismo.
El llamado es urgente: frenar la expansión sin control y priorizar políticas hídricas sostenibles que garanticen agua dulce para las próximas generaciones.
Mantente actualizado con las noticias nacionales y locales más relevantes en En Cambio Diario
