Abogacía en jaque: ¿Hacia dónde irá la profesión tras la reforma judicial?
Hoy, en esta primera colaboración en Guinda, quiero hablarte de la reciente reforma judicial en México, la cual no sólo plantea cambios profundos en la estructura del Poder Judicial, sino que también impacta de manera significativa el rol de los abogados en nuestro ejercicio profesional. Esta transformación, que reconfigura cómo operará el sistema judicial –con independencia del concepto que guardes sobre los abogados– nos coloca en una encrucijada: Adaptarnos a un entorno de mayor incertidumbre y politización, o ver comprometida la capacidad para defender a nuestros clientes de manera eficaz y justa. Sobre esto quiero reflexionar contigo hoy.
La nueva dinámica judicial: Un terreno incierto para los abogados
El papel del abogado en el sistema judicial siempre ha sido representar a su cliente ante un tribunal imparcial. Con la introducción de esta reforma, que incluye la elección de jueces por voto popular y una mayor exposición de las decisiones judiciales al escrutinio político, los abogados vamos a navegar un ambiente enrarecido.
Tradicionalmente, los litigantes confiamos en la imparcialidad y estabilidad de los jueces para argumentar nuestros casos en función de principios jurídicos claros. Sin embargo, si las decisiones judiciales se verán influidas por intereses políticos, los abogados tendremos que recalibrar nuestras estrategias y adaptarnos a una justicia que, en teoría, podría estar más preocupada por mantener su popularidad, que por perseguir estrictamente la justica por medio de la aplicación del derecho.
Imagínate como cliente (o abogado), y tienes que comparecer en un juicio complejo. Bajo el sistema reformado, el juez que resolverá tu caso no será evaluado únicamente por sus méritos profesionales, sino también por las percepciones políticas que influyeron en su elección. Esto agregará un nuevo nivel de incertidumbre: ¿deberemos ajustar nuestros argumentos en función de una inclinación ideológica particular del juez? Esta situación, sin duda, complicará nuestra labor como abogados, pues ahora tendremos que estar más atentos al entorno político y social, lo cual antes no era una prioridad en el ejercicio de la abogacía.
La autonomía profesional en riesgo
La independencia judicial es fundamental para que los abogados podamos desarrollar nuestro trabajo sin preocuparnos por factores externos –al menos, no de forma prioritaria– que influyan en la administración de justicia. Con las reformas que se están implementando, los actores políticos tendrán mayor control sobre la elección y la permanencia de los jueces. Para los abogados, esto puede representar una intervención directa a nuestra capacidad de representar a los clientes de manera justa y efectiva.
Es previsible que nuestro entorno de trabajo se vuelva más complejo. Los abogados que representen causas o clientes contrarios a los intereses políticos de quienes ostentan el poder podrían enfrentar mayores dificultades para obtener resoluciones justas. La naturaleza politizada del nuevo sistema judicial también podría dificultar que los abogados nos concentremos exclusivamente en los hechos del caso y en las leyes aplicables, pues deberemos considerar la posibilidad de que las decisiones judiciales sean menos previsibles o más susceptibles a la manipulación.
La ética profesional bajo presión
El ejercicio de la abogacía, que ya enfrentaba retos relacionados con la integridad y la ética profesional, podría verse aún más presionado bajo un sistema judicial que no ofrezca las mismas garantías de imparcialidad. Los abogados tendremos que ajustar nuestra conducta y ser más cautelosos, pues las decisiones podrían interpretarse como favorecedoras o desfavorables dependiendo del clima político del momento.
De la misma forma, la abogacía en México ya afrontaba grandes desafíos relacionados con la corrupción, la sobrecarga de trabajo en los tribunales y la desigualdad de recursos entre los litigantes. Con la reforma judicial, estos problemas podrían agravarse si la politización del sistema afecta la objetividad con la que se toman decisiones judiciales. Los abogados que se especialicen en defender los derechos humanos, la justicia social o que luchan contra grandes intereses corporativos y políticos estarán en una posición particularmente vulnerable. Esto generará un escenario donde la presión política pueda desviar el enfoque de la abogacía y del derecho hacia cuestiones de influencia externa.
Nuevas estrategias de litigio en tiempos de incertidumbre
En este nuevo contexto, los abogados necesitaremos desarrollar nuevas estrategias de litigio que nos permitan enfrentar un sistema judicial politizado. Los litigantes tendremos que ser más creativos en la construcción de los casos, anticipando no solo los argumentos legales de la contraparte, sino también las posibles influencias políticas que puedan estar en juego. Además, es probable que los abogados debamos diversificar nuestro enfoque y prepararnos para defender los derechos de los clientes no solo en los tribunales, sino también en el ámbito público. Esto significa que la narrativa que los abogados construimos para defender a nuestros representados deberá ser mucho más integral, teniendo en cuenta tanto los aspectos legales como la percepción pública y política de cada caso.
Otro reto para los abogados será la pérdida de confianza en el sistema judicial. Con jueces y magistrados elegidos por voto popular, la ciudadanía puede empezar a desconfiar de la objetividad e imparcialidad de las decisiones judiciales. Esto podría traducirse en un mayor escepticismo hacia los abogados que operan dentro de un sistema que, a ojos de la opinión pública, podría estar comprometido. Para los abogados, recuperar y mantener la confianza de nuestros clientes será esencial. Tendremos que posicionarnos como defensores incansables de los derechos y la justicia, y distanciarnos aún más de cualquier percepción de colusión o connivencia con un sistema judicial politizado. La capacidad de los abogados para ser vistos como actores imparciales en la búsqueda de justicia será clave para nuestra reputación profesional y para la estabilidad de nuestras carreras.
Reflexión final
El impacto de la reforma judicial en el ejercicio de la abogacía profesional en México es indudablemente significativo. Los abogados tendremos que adaptarnos a un entorno político impredecible y, en muchos casos, hostil. Los retos éticos, la incertidumbre judicial y la pérdida de confianza en la imparcialidad del sistema, son factores que nos obligarán a modificar nuestras estrategias, a ser más cuidadosos en las decisiones y a replantear nuestro rol en una sociedad que cada vez dependerá menos de un sistema de justicia tradicional y más de las dinámicas políticas que influyan en el Poder Judicial.
En este escenario, los abogados deberemos defender no solo a nuestros clientes, sino también la integridad del sistema judicial y nuestra propia profesionalidad, frente a un contexto que cambiará las reglas del juego para todos. La abogacía, en este sentido, no solo enfrentará cambios en los tribunales, sino que también se verá forzada a redefinir su papel como defensora de los derechos y las libertades en un entorno de creciente incertidumbre.