El huracán Helene, que tocó tierra en Florida como categoría 4, ha dejado una estela de devastación en el sureste de Estados Unidos, causando al menos 56 muertes y dejando a millones de personas sin electricidad. Las fuertes lluvias provocaron que muchas personas quedaran varadas y sin refugio, mientras que las labores de rescate y limpieza se intensifican en las zonas afectadas.
En Steinhatchee, Florida, una pequeña localidad fluvial, los residentes comenzaron a organizar centros de ayuda ante la magnitud del desastre. Janalea England, una comerciante local, convirtió su negocio de pescado en un sitio de donaciones para ayudar a amigos y vecinos que quedaron sin hogar, muchos de los cuales no tenían seguro para sus viviendas. “Nunca había visto a tantas personas sin hogar como ahora”, comentó England.
Helene tocó tierra el jueves por la noche, causando estragos a medida que avanzaba rápidamente hacia Georgia, donde el gobernador Brian Kemp describió el panorama como si “hubiera explotado una bomba”. Las casas fueron destrozadas y las autopistas quedaron cubiertas de escombros. A pesar de haberse debilitado, el ciclón continuó su paso destructivo hacia las Carolinas y Tennessee, dejando a su paso ríos y arroyos desbordados, y poniendo al límite varias represas.
Carolina del Norte fue una de las zonas más afectadas, enfrentando las peores inundaciones en un siglo. El gobernador Roy Cooper calificó la situación como “catastrófica”, mientras equipos de búsqueda y rescate de 19 estados, junto con el gobierno federal, trabajaban para asistir a las comunidades más impactadas.