CEOs se reunieron secretamente, ocultando un crimen por más de veinte años
Era el 8 de abril de 1999, a la cita llegaron las cabezas nada menos que de Nestlé, Coca Cola, Kraft y Nabisco, General Mills, Mars, Procter & Gamble, entre otros. La reunión fue excepcional y más por el motivo que se dio.
Con aproximadamente 700 mil trabajadores laborando en sus empresas y con ventas conjuntas anuales de más o menos 280 mil millones de dólares, los CEOs que competían aguerridamente para apoderarse de los mercados se sentaron juntos para escuchar lo que se advertía como una severa crisis para sus negocios.
Sus productos ya habían inundado los mercados globales y alterado los hábitos de alimentación de miles de millones de habitantes del planeta, hasta de las regiones más remotas a las que llegaban a través de la más extensa red de distribución nunca antes establecida por la humanidad.
Un grupo de técnicos de alto nivel de sus empresas convocaron al encuentro de estos personajes, estaban muy preocupados por la creciente evidencia científica que ponía la mayor parte de la responsabilidad de la epidemia global de obesidad a escala planetaria en sus productos. Instituciones gubernamentales e independientes señalaban al alto consumo de sus productos como la causa principal de la obesidad y sus consecuencias: diabetes, enfermedades cardiovasculares, diversos tipos de cáncer, etcétera.
La reunión secreta, en la que no se permitió la realización de grabación ni de toma de minutas, fue convocada para ese solo tema: la emergente epidemia de obesidad y cómo lidiar con ella. La descripción de esa reunión la compartió James Behnke al escritor y multipremiado periodista Michael Moss. Behnke que era la cabeza técnica al frente de Pillsbury había convocado a la reunión junto con un grupo de directivos técnicos de otras corporaciones.
“Estábamos muy preocupados porque la obesidad se estaba convirtiendo en un gran problema… Comenzaba a hablarse de impuestos y se iniciaba la presión sobre las empresas”. Behnke tenía dudas en cómo exponer el tema central a los directivos de las megacorporaciones presentes como Kraft y Nabisco, General Mills, Nestlé, Procter & Gamble, Coca-Cola, Mars, etcétera, cómo hablar del papel que estaban jugando, de su responsabilidad en esa epidemia de obesidad que estaba teniendo consecuencias globales.
Behnke había pasado de ser un exitoso desarrollador de productos ultraporcesados a preocuparse profundamente por lo que estos productos estaban haciendo en la salud de la población, en especial, entre los niños. Había participado en la guerra por el mercado entre los productos ultraprocesados de las grandes corporaciones. Sabía que quien ganaba lo hacía gracias al desarrollo de productos con menor costo con ingredientes más baratos y logrando que fueran altamente hiperpalatables. Quien ganaba el mercado era quien lograra que se vendieran y consumieran más sus productos, todo con el fin de obtener una mayor ganancia. Lo que a Behnke le preocupaba era el efecto en la salud que esto estaba provocando y consideraba, junto con otros técnicos, que la industria debería de cambiar.
En la reunión se encontraban también presentes directivos de Cargill y Tate & Lyle que abastecen a esas empresas de los tres productos claves para los ultraprocesados: azúcar, grasas y sal, además de otros ingredientes como los granos para las harinas refinadas. El alto consumo de azúcar, grasas y sal es la causa principal de la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares que son la principal causa de enfermedad y muerte. Es decir, en la sala estaban las cabezas de las empresas que habían inundado los mercados globales de productos ultraprocesados logrando impactar en los hábitos de alimentación y en la salud de miles de millones de personas en el mundo, así como las empresas que tenían ya controlado gran parte del mercado y los precios de los ingredientes primarios utilizados en esos productos.
Michael Mudd, vicepresidente de Kraft, que se consideraba a sí misma la empresa líder en el ramo por sus innovaciones, tomó la palabra. Mudd era considerado uno de los más hábiles negociadores de la industria para evitar regulaciones que afectaran sus intereses, una especie de líder estratega para todas. En 114 láminas, Mudd mostró el incremento del sobrepeso y la obesidad en la población estadounidense, cómo más de la mitad de los adultos tenían ya sobrepeso y casi una cuarta parte de la población, cuarenta millones, presentaban obesidad. Estos índices se habían duplicado en los niños entre 1980 y ese año, 1999. Los niños con obesidad habían llegado a sumar doce millones. Mudd añadió que los costos sociales estimados por la obesidad y sus consecuencias en salud estaban entre los cuarenta y cien mil millones de dólares.